¿Plagio en columna de opinión de Catalina Ruiz? Colombia

En diciembre de 2013 en las redes sociales y programas de radio se informó del posible plagio en la columna titulada “La demoledora”, de Catalina Ruiz Navarro, en la página Pulzo, fechada el 26 de noviembre pasado.

Catalina Ruiz es Filósofa, periodista, columnista y docente universitaria en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.

Seis días después de publicada la columna “La demoledora”, el 2 de diciembre de 2013, desde su blog Elsy Rosas Crespo, con la columna titulada “¿Demoledor plagio?” puso de manifiesto la similitud de “La demoledora” con el artículo “My two cents o feminism and Myley Cirus”, que figura bajo la con autoría de Lisa Wade. Elsy presentó de manera comparativa los textos, y sin duda, la copia es evidente, sin la cita respectiva, lo cual configura el plagio o violación al derecho de autor.

Catalina Ruiz aceptó el plagio, sin decirlo de manera abierta y franca, al manifestar que “es cierto” “que no precisa unas comillas y no hace suficientemente explícitos unos parafraseos de argumentos de la socióloga Lisa Wade”. Es decir, sí, pero no. Como sucede con la mayoría de los plagiarios detectados no se refieren a delito o plagio, términos que evaden; en este caso Catalina Ruíz lo presenta como “un descuido”, “error” y “equivocación” y de “ausencia de comillas”, que se detectó en la columna “La demoledora” “en su primera versión” (digital), lo cual debe ser “rectificado”.

Catalina incurre en la conducta típica de los plagarios puestos al descubierto de manera pública al manifestar: “Yo reconozco que aquí hay un error pero jamás una intención de plagio”. Esta frase o sus equivalentes, ya hace parte del lugar común de los plagiarios descubiertos, parece que se la copiaran unos a otros, en distintos momentos y lugares, los casos son abundantes. En Alemania, Karl Guttenberg se refirió a “plagio inocente” (no intencional), Catalina le sigue los pasos. Catalina le suma una más: se refiere a la columna “en su primera versión” (es decir, no era una columna aun, sino un borrador). Sorprendente el ingenio, cuando de escapadas se trata.

En Colombia, como otros países, el abordaje del tema de derechos de autor o plagios es tratado de manera personal, donde los amiguismos y defensa de cuerpo se exhiben en abundancia. Miguel Iriarte denomina “saña”, mientras que Virginia Mayer se refiere a “odio indiscriminado”, “cizaña, malicia, envidia, amargura, sevicia” a quienes indican plagio en “La demoledora”.  

Miguel Iriarte G. intenta comparar los textos (sin presentarlos) para manifestar que no existe plagio, y realiza una defensa de la columnista denunciada, tal vez desconociendo los dos tipos principales de plagio: burdo e inteligente. En algunos casos incluso se identifica la existencia de los dos tipos en una publicación. Al plagio o violación al derecho de autor se debe referir en términos absolutos: hay o no hay, con las pruebas respectivas.

Igualmente, el plagiario puede ser cualquier tipo de persona, anodino o destacado, vivaz o relajado, autodidacta o titulado, puede ser una persona que “esté muy preparada, que es brillante, sedienta de conocimiento y con más ganas de enseñar”, como Virginia M. presenta a Catalina R. Esto para significar que no debe ser sorpresa que la persona detectada en plagio sea un estudiante de bachillerato o un octogenario premio nobel.

Es precisamente la ausencia o falta de claridad en la referencia de las fuentes lo que hace turbio un documento, bien sea de tipo literario o de índole científico. En la medida que una sociedad forma y construye el valor del trabajo, propio y ajeno, aumenta la exigencia de rigor que reclama a quienes tienen la oportunidad y el privilegio (en Colombia lo es) de producir documentos y opinar para el conjunto de la sociedad. Ese reclamo, de manera real y honrada, lo deben aceptar y acatar las personas dedicadas a la producción intelectual, más aun las que reciben beneficios morales y/o viven de ello.

La sociedad colombiana ya se acostumbró al delito, de todo tipo, incluido el delito intelectual, a las distintas formas de escape y evasión de responsabilidad, y a la defensa de cuerpo, clase o camarilla. La sociedad colombiana ya se acostumbró al robo premeditado, el plagio lo es, también a la falta de respuesta satisfactoria por parte del plagiario detectado, en relación con la persona asaltada y a los lectores incautos, también asaltados. Tal vez las exigencias de la velocidad de consumo, donde la mástica y deglución precipitadas son dominantes, sean causa de nuestra desnutrición intelectual colectiva.

La honestidad intelectual es un bien bastante costoso y escaso, que no todo tiempo ni sociedad construye ni posee, porque tal vez no sea de su interés y propósito. En Colombia vivimos los estadios primarios de la defensa del derecho de autor, de acuerdo con el cual el plagio como delito se relativiza de acuerdo con el apellido, alcurnia, grupo social, rol social o estatus socioeconómico del plagiario, y no con la mentira y fraude que encarna el acto de plagiar. Por ello el plagio es visto como un robo menor, una mentira inocente; pero no lo es. Tal vez no superemos esta fase en el proceso de producción intelectual.

En cambio, en años recientes (2011 y 2013), en Alemania fueron despojados de sus títulos  y destituidos de sus cargos dos ministros (de defensa, y de educación y ciencia, respectivamente) al ser detectados en la ocurrencia de plagio en sus tesis doctorales, independientemente de sus apellidos y cargos, no sólo por el rigor en la aplicación de la ley de derechos de autor, sino debido al nivel de conciencia ciudadana que esa sociedad ha adquirido. Ese nivel de conciencia dio lugar a cartas de repudio firmadas por miles de estudiantes de doctorado, manifestaciones públicas y multitudinarias de estudiantes y docentes universitarios, como acto civil y pacífico, pero robusto y determinante contra el fraude que implica el plagio, fue así que rodearon el ministerio de defensa dirigido por Karl Gutenberg, quien fue denunciado por plagio en un portal de internet y despojado de su título doctoral, y se vio obligado a renunciar al ministerio. En Colombia falta mucho para ello.

Noticia en desarrollo:

http://thesocietypages.org/socimages/2013/12/28/my-two-cents-on-feminism-and-miley-cyrus/

http://www.pulzo.com/entretenimiento/la-demoledora-segunda-version-de-la-columna-de-opinion-de-catalina-ruiz/45026

http://elsyrosascrespo.wordpress.com/2013/12/03/el-plagio-perdonado-a-catalina-ruiz-navarro/

http://lasillavacia.com/elblogueo/blog/plagio-o-no-plagio-trepando-y-cayendo-de-la-torre-46216

http://www.pulzo.com/entretenimiento/la-respuesta-larga-columna-de-opinion-catalina-ruiz-navarro/47076

http://www.pulzo.com/entretenimiento/la-demoledora-columna-de-opinion-de-catalina-ruiz-41941

http://www.bluradio.com/50097/el-de-catalina-ruiz-navarro-plagio-o-error

https://catalinapordios.com/2012/12/02/citas-plagios-y-miley-cyrus/

http://www.kienyke.com/kien-escribe/brujas-carroneras-envidiosas-y-amargadas/

http://www.las2orillas.co/de-plagios-otros-secuestros-de-sentidos/

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